4/5/13

Últimos días.


Estoy cansado de la inestabilidad, y digo cansado por no decir indiferente, adecuado. Cansado tiene más peso sobre cualquier organismo emocional, y no es que yo lo sea. Fluyo en la nada misma siendo parte de ella. Represento voluntades, temores y hasta dudas, soy sujeto de conjeturas e interrogantes. Puedo ser el viento en tu sien, el aire de tu último suspiro, un parpadeo duradero. Soy tan definitivo como pasajero, tan letal como necesario.
Han intentado caracterizarme, analizarme, plasmarme en sus subconscientes como algo inofensivo pero aún así soy un misterio para todo ser razonable, y aunque se esfuercen soy inevitable. La desolación me invade rutinariamente e imploro a mi propia consciencia que me deje en paz, reclamo control sin siquiera saber como tomarlo, a pesar de ello la iniciativa me parece brillante.
Mi papel es eternamente involuntario, borré todo tipo de cuestionamiento hacia mi superior desconocido, simplemente encarno y cierro un ciclo, no por mi satisfacción sino por simple inercia. Hay días en los que mi función es irrelevante, otros en los que me creo un justiciero y otros en los que la angustia me domina prevaleciendo en mí hasta desvanecerse entre tanta monotonía. Con muchas palabras puedo describir mi calvario, puedo crear teorías o evitar el pensamiento, ninguna de esas opciones me plantea una posible solución.
Al contrario de lo que muchos piensan de mí soy sensible, siento la repercusión de mis acciones y la prepotencia de no poder cambiarlas ni manejarlas, siento el dolor ajeno casi como propio, siento la calidez de los brazos, siento el agotamiento que anula mi escasa y amplia porción sensitiva. Soy como todos y como nadie, la mezcla entre típico y sobrenatural.
Constituyo la línea divisoria, un salto de etapas con consideración dual. Podrán juzgar mi especie de trabajo como útil y fácil, prácticamente debo sólo habitar, pero la carga emocional es pesada. Fui mal diseñado. Si pudiese privarme de alguna característica propia definitivamente me privaría de mi consciencia, mi memoria y mis emociones, frío y calculador sufriría menos. El tiempo arrasa con todos mis sentimientos cuando algo es inexorablemente irreversible. Voy a lograrlo, voy a desafiar a mi naturaleza emotiva negándola hasta anularla. Si el humano es un ser de costumbre ¿Porqué no serlo yo también?
Resulta irrelevante mi cuenta progresiva de cambios de domicilio, aún así y colaborando con mi plan de insensibilidad no los llamaré por nombre, sino por número, cual trato inhumano (y humano) entre paciente y médico, cual no identificado muerto en guerra. La distancia en algunos casos incrementa la eficacia.
Dosmildocientostreintayocho se asomó por el umbral una mañana de abril, de reojo toda mi abstracta figura se correspondió con su cuerpo, la fijó como objetivo y, sin su percate, la invadió en un respiro, literalmente. Me introduje más allá de sus sistemas, de su físico y su biología, inundé su ser.
Con un intervalo en su paso su subconsciente notó mi presencia pero deseó ignorarla, deseó dejar de lado ese papel que representa su destino.
Es impresionante como un simple trozo de naturaleza muerta con una diferente distribución de tinta puede alterarnos, perturbarnos y hasta alegrarnos. La palabra escrita es, muchas veces, más comunicativa que la oral. Es más directa e interpretable, la persona que la lee le dará sus tintes, entonación e interpretación variando su concepto. Posee un grado de subjetivismo satisfactorio.
Esta mujer, de piel clara y contrastante cabello realizaba con su percepción un plan bastante similar al mío, anhelaba ignorar trayéndole con esto, irónicamente, felicidad.
Para cuando la tomé ya estaba entregada, negaba sentimientos y podría caracterizarla más como objeto que como sujeto. ¿Cuál es la diferencia entre este ente y cualquier otro ser inanimado? La previa existencia de vida en ella la definían absurdamente como humana, de todas formas no la etiquetaría bajo ese criterio, mi juicio es diferente y, aunque en ocasiones generalizo por cuestiones meramente laborales, sé establecer la discriminación entre aquel que vive y aquel que ignora. Ciertamente ambas posturas tienen algo de positivo pero no así de positivismo, aquel que se resigna “vive” bajo la espera. Admiro en cambio la valentía del viviente y su lucha, pues los ideales son lo último que se pierde, ellos creen poder dejar una marca a su parecer, buena. Son quienes merecen mi mayor respeto, quienes me desafían a tomarlos sin pensar un segundo simplemente porque recubro su objetivo, quienes darían cualquier paso sin retroceder, quienes viven sin miedo a vivir.
La vida no trata simplemente lo superficial, abarca cada milímetro abstracto y nuestra percepción de ello, trata el dolor, la angustia y el sufrimiento. El individuo que tema a ellos llegará indudablemente a la brillante conclusión de convertirse en un ser inerte que, al cerrarse, evite todo tipo de sufrimiento y también de alegría, pues sentirla puede llevar a que su ausencia en determinadas situaciones sea mas notable. Me declaro en cobardía, me ganó por cansancio y me asestó un golpe de resignación.
Así pasó con mi residida, ha izado la bandera blanca luego de cicatrizar la vida sobre ella dejando heridas que curarlas supondría mucho esfuerzo.
Un abandono repentino, una lucha por su supervivencia física y moral y ahora esto, graduado pero letal esta especie de cáncer había adquirido este cuerpo para convivir conmigo y, entre los dos, exterminarla.
Siguió a paso firme hasta que lo vio y se conmovió, su cruce no solo significaba para ella algo casual, el destino le estaba jugando una mala pasada casi refregándole su soledad, burlándose, y frente a ese goce su reacción fue una lágrima, sólo físicamente por supuesto.
Me sentí por primera vez comprendido cuando esta, si podría llamársele, persona introdujo, o mejor dicho confirmó, la idea de que la insensibilidad era la ruta más directa para sortear lo inevitable, para sortearme.
Creo que nadie, por más cercano a mí que esté, me desea del todo. Todos por más mínima que sea conservan una esperanza, intentando arrasarme de una forma u otra, no asumiéndolo era solo otro método de tratarme a la ligera para no reconocerme como amenaza potencial. Luchar contra mí era sólo frustrarse nuevamente, sin querer oponía una resistencia impresionante.
Tornó sus últimos días a rutina, los configuró de forma tal de que el golpe repercutiese de forma directa en todo aquel que era afectado con su muerte. “Mejor perderme de golpe a ver como me deterioro, como me deprimo y sufro, la tristeza es mejor en soledad” era su argumento para amortizar el impacto.
Imprimió en ellos la sutileza de una dama que oculta de la luz sus más oscuros secretos.
A diario recorría el mismo segmento pavimentario, Cerezo, Roble, ese árbol de copa pronunciada cuyo nombre ignoro, la esquina, el par de casitas pintorescas, el trabajo. Ida y vuelta.
La caracterizaría como solitaria, pero la intuición humana de sus allegados fue proporcionándole cierto nivel de visita que anteriormente no había tenido. Comprimió su agenda bajo esta presión, anhelaba la soledad pero no era del todo desagradable la compañía aunque criticaba a menudo indirectamente la modernización de estas nuevas generaciones.
En tiempos pasados hubiese realizado un psicoanálisis detallado de determinadas conductas y contextos, pero en la actualidad se contraponía a mi vigente plan.
Durante este segmento fundamental organizó sus horas de la siguiente manera: 14 para dormir, 2 para tomar té mirando las azaleas por la ventana del jardín trasero, 4 para visitas, 6 para intercalar su tejido con suspiros y las demás improvisaría. Se tomó el placer de hacer lo que surga de manera tardía, por lo general la agenda revestida en cuerina marrón dictaba un sinfín de actividades con sus respectivos horarios. Eliminó la coherencia cuando resultó poco imprescindible, o cuando notó que dejó de serlo, realmente ella está presente solo para crear otro parámetro. Coherencia puede fácilmente confundirse con cordura, si estos eran sinónimos ella no la perdió nunca.

23/1/13

302


Vestía un vestido rojo, mi cabello caía de forma ondulada sobre mi espalda. La noche era magnífica. Habitación 302, yo la compartía con un par de amigas, todas nosotras íntimas de la novia. Ese había sido su sueño desde niña. La ansiedad nos invadía.
 El hotel era un edificio imponente, de paredes empapeladas y enormes columnas de yeso. Ver esa enorme estructura te hace sentir insignificante, como una hormiga en comparación con un mamut. Solo Dios sabe cuantos pisos tenía.
  Nuestro cuarto era modesto y lujoso a la vez, un papel tapiz oliva y una guarda blanca recubrían la pared. Tres camas simples, una pequeña sala de estar y un baño blanco en su totalidad.
 Llegó la hora y caminamos por pasillos luminosos, era sencillo notar que el hotel estaba atestado de gente, incluido el personal de servicio.
 Arribamos al gran salón. La decoración nos deslumbró, aunque sabíamos exactamente el gusto de Carolina, y era de esperarse.
Manteles color coral adornaban las mesas, los centros eran fanales blancos con ramilletes de flores, era muy fino.
 La fiesta fue espléndida, la comida fenomenal y nos divertimos bastante.
 Con una de mis compañeras decidimos retornar a la habitación, al cabo de un par de vueltas por pasillos interminables nos dimos cuenta de que estábamos perdidas. Fue entonces cuando alcanzamos a ver el resplandor que producía al reflejarse la luz sobre el número metálico de una puerta. Era la 302, sólo era necesario atravezar un trecho oscuro de no mas de diez metros. Sus paredes eran rojas y una especie de marcos dorados colgaban de ellas, era escalofriante.
 Mi amiga tomó mi mano justo cuando iba a dar el primer paso.
-          ¿Y si damos la vuelta? – Me leyó el pensamiento.
 Continuamos caminando hasta que en un momento el pasillo finalizó abruptamente, una pared blanca, no había mas puertas, pensándolo bien hacía rato que no las notaba.
 Sonó mi teléfono celular, al atenderlo una voz grave me dijo: - Mirá la mano de tu amiga - Y al obedecer una sensación de pánico se apoderó de mí. Sollozando intenté preguntar quién era. Ella seguía ahí, parada, inmóvil, en un estado de shock. Di media vuelta y con toda mi impotencia pregunté a la voz porqué a ella, y solo obtuve como respuesta: - Mirá sus ojos- Al observarlos mi teléfono junto con mi mundo cayeron al suelo. Eran vidriosos, rojos, inexpresivos. Fue allí cuando su cuerpo se desmoronó en el suelo. Muerta.
 Corrí eufóricamente por esos pasillos que llevaban a la nada misma. Llegó un punto en el que me cansé de correr en vano entre paredes vacías y totalmente blancas.
 Caí sobre la alfombra y yací allí por un tiempo indeterminado. Mi respiración era agitada, al levantar la vista noté puertas nuevamente, esta vez abiertas.

Se miraban sonriendo, no eran la pareja mas perfecta del mundo, pero habían enfrentado sus dificultades y aún se mantenían en pié, no poseían bienes materiales en absoluto, si se ponían a pensar mas de unos minutos probablemente todo el stress de las deudas abombaría sus cabezas, sin ellos momentáneamente eran felices. No podrían quitarse los ojos de encima por nada del mundo. Ella era tan jóven, su melena rubia formaba una perfecta cascada hacia sus hombros, y él, nada podría describirlo mejor que la palabra sencillo.  No carecían de complicaciones mayores, o él no las hacía perceptibles para no dificultar la existencia de las dos mujeres que mas amaba. La niña era la luz de sus ojos, y esa tarde de enero se iría para siempre, hasta dejarlos opacos.
  Un descuido puede modificar nuestras vidas irreparablemente. Una zambullida un minuto antes la hubiera salvado. No se podía justificar.
 Elena corría alegremente por el jardín de la casa de su abuela mientras él arreglaba el jardín, un segundo quitó la vista de ella, cosa que nunca había echo con anterioridad, y no la vió más hasta hallarla allí, en el fondo, cubierta por una manta de aguas y sumida en un sueño profundo del que no podría despertar.
 La culpa carcomió sus cesos hasta el día de hoy.

Por la primer puerta pude observar a una pareja jóven, sabía quienes eran, yo misma había presenciado sus momentos mas difíciles, y los mas felices también.  Pero sus muecas extrañas carecían de felicidad, era como si hubieran visto a un fantasma.
Al transladar mi visión a la otra esquina de su cuarto observé aterradamente a una niña, cuyo pelo cubría la mitad de su cara, parecía que hubiera pasado años debajo del agua, este líquido cubría ya el suelo de la habitación, pero no era agua corriente, era llanto. Alcanzé a escuchar ¿Porqué me hicieron esto? Y la puerta se cerró repentinamente.
 Giré mi cabeza y en la puerta opuesta ví a una mujer de unos treinta años de edad, a juzgar por su aparencia era una mujer adinerada y completamente consentida. Su cuerpo se hallaba cortado y la sangre fluía por todas las paredes escribiendo algo que no me fue posible leer. En el cuarto enfrente de mí un anciano corría despavorido minteras cientos de rayos lo perseguían.
  El hotel juega con tus peores miedos, era imposible escapar.
 Cerré los ojos, respiré hondo, me puse en pié y continué mi recorrido, igual ya no sabía qué buscaba. Nuevamente paredes limpias. Transcurrieron horas hasta que un pasillo desembocó en un gran salón, era el de la boda, pero todo era diferente.
 Carolina se encontraba tendida sobre una mesa, el vestido tornó de blanco a carmín y la sangre ya comenzaba a escurrirse por su mano que estaba levemente salida de la mesa.
 A su frente estaba él, su marido, con un enorme cuchillo ensangrentado. No se percató de mi presencia hasta que pisé un vaso en mi intento de huída.
 Me miró con sus ojos negros e hipnóticos, sonrió.
 Fue entonces cuando desperté, estaba sobre una de las camas individuales dentro de la habitación 302, vestía un vestido rojo.
 Era hora, una boca, Al finalizad no tuve ni el menor problema en encontrar mi habitación.

 Mucho tiempo ha pasado, ya casi un año,  al finalizar mi desayuno me dispuse a ordenar mi closet. Y ahí estaba, deslumbrante como siempre mi vestido rojo.
 Leí el diario, una mujer habia sido asesinada por su esposo, quién luego se había dado a la fuga, su nombre era Carolina.


29/12/12

Frío cemento, marcaste mi piel.

¿Cómo podemos desear morir siendo muertos en vida? ¿Cómo puede bastar un suspiro mal dirigido para hacernos temblar y reponer el daño causado en años? Podemos decir que aquello que nos alegra es también lo que nos condena. Que alegría y desgracia tenerte tan cerca. La cercanía duele y pesa, obtengo algo y sufro por su pérdida ¿Dónde quedó el gozo por lo efímero? ¿Será que no existe? Esto me pone en duda. ¿La verdadera felicidad existe, o es un intervalo entre el desear y el poseer?


27/12/12

¿Cómo defendernos del mal si lo amamos tanto? ¿El masoquismo es algo que viene apegado a mi persona, o en términos generales el misterio enamora? Amo y odio sus reacciones repentinas, su forma de ser tan impredecible, sus respuestas despreocupadas frente a mi situación estresante, que prometa un futuro sin tener un presente, que contradiga sus acciones con sus palabras. Me apega tanto el saber que todavía existe un lugarcito en su pecho al que pertenezco, me abraza hasta asfixiarme y luego me libera a la intemperie, a ser una más nuevamente. El cambio abismal de tenerlo a no tenerlo no me ha producido efecto, será que nunca lo tuve del todo, y nunca lo dejé de tener. Es el segundo en el que respiro hondo, mi propósito para tranquilizarme, para saber que luego de todo el ridículo y de todo lo que pueda ser a veces incontrolable tengo un abrazo, una palabra, una canción desafinada o un recuerdo que me reconforte. Me molesta demasiado no tener el control sobre mi propio destino, no saber de que manera va a repercutir tal o cual cosa, si una palabra va a afectarle mas de lo debido. Debo tomar todo con pinzas para no herirlo, para que no se vaya para siempre. ¿Qué no daría por tenerlo un segundo más, por que sea mas mío que de nadie y por tener la certeza de que no va a abandonarme? Mi vida entera. El foco de mi control, el objetivo a corto plazo fue perdiendo su peso y necesito recobrarlo, mi cabeza es un desastre y mi vida se aprendió a amoldar a ello con su llegada. No comprendo como todo puede volver a tener un significado. Él me hace sentir viva, y no necesariamente haciéndome sonreír. Amé pasar por todo tipo de situaciones, llorar, sonreír, sentir nervios, impotencia, bronca, deseo. Esos altibajos me hicieron vivir lo que estos cortos dieciseis años estaban esperando. Pero poco a poco me extingo.

21/12/12

I promis(ed)

Mi terquedad y orgullo se ven nuevamente afectados. Es cuando no puedo tener control en mi entorno cuando me exijo controlarme, poca estabilidad caracteriza mis épocas obsesivas. No entiendo mis formas, aconsejo caminos que me costaría tomar. Todos tenemos quilombitos, el mío es entretener a mi cabeza, si nadie lo hace por mí se torna un desafío para mi misma hacerlo y es allí cuando repaso mis errores y defectos y encuentro una enorme brecha entre lo que soy y lo que me gustaría ser, resalto lo mas visible y escarbo bien profundo dejando al descubierto todo lo que la naturaleza humana destruyó en mi persona. Creo ser lo suficientemente egoísta y autosuficiente como para perfeccionarme y ser lo que yo quiero para así luego relacionarme y arreglar el entorno, pero esa firmeza nunca termina y mis planes quedan inconclusos otra vez, para que un comentario en un momento equivocado, una canción que me toque mas que los nervios auditivos o una imagen hagan saltar nuevamente a mi personalidad autodestructiva. Quiero demostrarme ser tan fuerte como simulo ser, y temo todo el tiempo no poder llegar a serlo. Lo mas oscuro, por así llamarlo, es que no odio esta parte de mí, la amo con todo lo que soy y entregaría todo por ella, pienso en hacerlo y el gran placer que generaría por una vez en mi vida terminar mis planes, tengo tendencia a adorar lo que mi mente inventa y como todo el mundo tengo pensamientos que merecen ser idolatrados y otros que no, sólo que no los distingo, o a lo mejor sí, pero me parecen mas profundos, inspiradores, retorcidos y entretenidos de lo que deberían serlo. No los desecho, duermen en mí para ser disparados. Tengo motivos, creados y vividos, ya no tengo a mi alrededor como el punto causal de mis desórdenes, soy yo, yo proceso la información de esta forma y me encanta. Mi mayor error puede, en algunos casos, ser colocarme en primer lugar.

26/11/12

And do whatever the fuck you want.

A way of life. THE way of life.

24 - 10 - 24


Rutinas poco precisas que arruinan mis mañanas, hace años no había observado en Maine revuelo semejante. A pesar de la subjetividad de la palabra rutina mi definición de la misma no era algo exacto ya que, en un trabajo como el mío, era el asombro el mayor componente, y en las rutinas “normales” no es un elemento disponible, o eso pienso yo.  Pero ese día ese asombro tornó a una enorme preocupación, y luego a un intercambio de roles.
Nueve años, hallada a las siete del corriente día, heridas de cuchillo en pecho y rostro, cubierta por hierba escasamente, como si desearan dejarla expuesta, como una pista descifrable de un enorme rompecabezas llamado crimen. Fue identificada como Lorena Benett, residente de las afueras de Portland, nada repercutía en mi mente como motivo al leer sobre la vida de la jovencita, alumna promedio, padres con aparente normalidad conservadora.
Desapareció una calurosa tarde de julio, en las orillas de la costa, donde paseaba con su hermana, nadie vio en que momento se esfumó de la tierra así como si nada.
Lo más impactante de estos nuevos casos era la dificultad que me planteaba la vida para ser insensible frente a ellos, arrojaba un par de lágrimas y volvía a la acción con la misma cara de póker absurda y profesional que exigen en mi día a día.
Algunos días pasé horas deliberando acerca de cosas inciertas. Nunca pude fijar con exactitud el momento en el que comencé a sentir, a sentirme susceptible. Y con susceptible no me refiero a rarito que necesita un poco de atención, con ello hago referencia a una percepción diferente.
Creo que me afectan las cosas mucho más que a otros, pagaría fortuna por poder tomarme la vida a la ligera, pero no es así, sufro más de la cuenta, por mí y por ellos, cada pequeño y minúsculo ser de este nuestro mundo.   Pensaba en Janice, y en lo que sería de mí frente a una catástrofe así, porque no era nada para minimizar, tres casos en un mes, de características similares, Elena y Lisa con anterioridad. Y de tanto aferrarme a sus historias terminaba sintiéndome el capítulo culmine, sus últimas esperanzas para descansar en paz y para que así lo crean sus familias, pues pase lo que pase, seguían bajo tierra pero la impotencia debía ser domada por una fuerza llamada justicia, y ahí ejercía yo con bastante seguridad mi papel.
Ni la menor pista visible, uno de los asesinos en serie mas efectivo que había visto, si con efectivo me referiría a no tener evidencia, o al menos notable.
Un arduo mes de investigación y apenas si podíamos fijar una fecha para la desgraciada fortuna de la niña.  Me harté de tanta paciencia, de esperar siglos hasta que un maldito ADN cambie las cosas en un porcentaje mínimo.
Por un segundo mientras bebía mi café matutino me asombré revisando expedientes, uno por uno, asesino por asesino, formas de actuar, pistas hasta en la corteza cerebral.
De brusco derramé una gota de café sobre aquella fotografía mal fotocopiada. William Jay Walker. 49 años, síntomas psicopáticos. Una loca idea remontó vuelo en mi mente y se posó allí para quedar para siempre.
¿Quién mejor para entender a un asesino que otro asesino?
Clandestinamente me dispuse a corroborar si esta pregunta podría transformarse en afirmación, tenía pues a la mano toda la data necesaria.
Penitenciaría de Cold Mountain. Ni un segundo para esperar.
Tomé arrebatadamente las llaves de mi antiguo Chevi y sin plan alguno, tomé rumbo hacia allí.
William no mostraba ninguna anomalía en su comportamiento, era una persona amable, y bastante expresiva, sin problema alguno se dispuso a ayudarme, nunca entendí si fue un modo para sus pensamientos de aplacar la culpa, pero esperen, un psicópata no siente remordimiento.
Fría y detalladamente intenté describir lo que más recordaba, esos cuerpos, frágiles y gélidos posados sobre una banquina sin vida, sus nombres, sus facciones.
Mientras apoyaba la punta de mi bolígrafo sobre mi block de notas levanté la vista, lo miré unos segundos y exclamé ansiosamente; ¿Coincidencias?
Para empezar diremos que son tres niñas, de edades medianas, a las cuales no se les puede tener rencor por mas malo que sea su pecado. Sumado, veintinueve.  Cuyas iniciales son L, E, L. Lo que da… veintinueve. Si multiplicamos por dos, doce, cinco, doce… veinticuatro, diez, veinticuatro.
Murmuró los números como si fuera su cálculo mental expresado livianamente en el aire. 
Imposible.
Afirmó abriendo los ojos, parecía que un vago recuerdo invadía su inconsciente. Al preguntarle que sucede, no tuvo mas remedio que decir:
 He vuelto, y ni siquiera sé como.
Y se echó a llorar con un desconsuelo no antes visto. Hice memoria de haber leído en su historial, Lindsay, Erica y Lina. Iniciales iguales, edades iguales. Lo miré, buscaba respuesta a algo que había tomado rumbo hacia algún sitio lejano a mis manos.
William, necesito tu ayuda, trata de ser conciso.
Sin siquiera despegar la vista de la mesa dijo:
Veinticuatro, diez, veinticuatro.
¿Qué?
Ordena numéricamente las letras del alfabeto.
A ver, W, J, W.
Juro no haber hecho nada.

Desperté, no sabía si el sol de la madrugada estaba allí para decirme buenos días, o como burla y demostración de que varios tendrían un día mejor.
Revisé a todas las personas con las iniciales W.J.W a lo largo del estado de Maine, y nada, ninguno de ellos no era ni mínimamente sospechoso. Respiré hondo cuando Jack irrumpió con un grito desaforado en mi oficina:
- Lo tenemos.
- ¿Qué?
- Jonathan Parker, se entregó.
¿W.J.W? dije a mi mismo.
¿Cómo….? Quiero verlo.
Al hablar con el chico, temblaba. No cabía en mi mente la posibilidad de que él fuera un asesino original. Se tendió sobre la mesa, lloró. Sólo un fan, una persona con debilidades en su moral que intenta ser original igualando a hombres con problemas reales, ¿un chiste? No, una obsesión.
Confirmé esto al quedarme callado diez minutos y escucharlo susurrar un escaso “lo siento”.
Y sería imposible que él iguale a William, pues los psicópatas no sienten remordimiento.

11/11/12

Rabia.

Sin embargo, como tan bien saben la Warner Bros, John D. McDonald y la Long Island Dragway, existe un Mr. Hyde para cada feliz rostro de doctor Jekyll, una cara oscura al otro lado del espejo. El cerebro tras esa cara nunca ha oído hablar de hojas de afeitar, plegarias o la lógica del universo. Vuelves de lado ese espejo y ves tu rostro reflejado con una siniestar mueca, medio loca, medio cuerda. 

Los astrónomos denominan a la línea entre la luz y la oscuridad "el terminador".
El otro lado del espejo demuestra que el universo tiene la lógica de un chiquillo vestido de vaquero en la noche de Halloween, con las tripas y la bolsa de caramelo esparcidas a lo largo de un kilómetro de la Interestatal 95. Es la lógica del napalm, la paranoia, las bomas en la maleta de esos árabes felices, el carcinoma fortuito. Esta lógica se devora a sí misma e indica que la vida es un mono sobre un palo, que gira histérica y errática como esa moneda que se lanza al aire para decidir quién paga el almuerzo.
Nadie mira ese otro lado a menos que sea preciso, y lo entiendo perfectamente. Uno lo mira si un borracho sube a su coche en plena autopista, pone el vehículo a ciento sesenta y empieza a balbucear que su mujer le ha abandonado; uno lo mira si un tipo decide cruzar Indiana disparando contra los chicos que van en bicicleta; uno lo mira si su hermana dice: "bajo un momento a la tienda y vuelvo", y la mata una bala perdida en un asalto. Uno lo mira cuando oye hablar a su padre de cortar la nariz a mamá*.
Es una ruleta, y quien afirme que el juego está manipulado no hace más que lamentarse. No importa cuantos números haya, el principio de esa bolita blanca no sufre cambios. No digáis que es absurdo; es todo muy lógico y cuerdo.
Y esa naturaleza extraña no sólo se halla en el exterior, sino tambien dentro de uno, en este mismo instante, creciendo en la oscuridad como un puñado de setas mágicas. Llámala la "Cosa del Sótano" o el "Zorro de las Melodías Animadas". Yo lo concibo como mi dinosaurio privado, enorme, viscoso y lerdo, que recorre a trompicones los hediondos pantanos de mi subconsciente sin encontrar un hoy de brea lo bastante gran para caber en él.

Rabia - Stephen King. (He aquí el porqué lo adoro)

Memories.



Algunas veces me pregunto ¿Qué sería de mí sin la ira? Sin ese impulso, ese cable a tierra que me mantiene tan vivo y tan muerto a la vez. Preciso una balanza para dar un destino a mis sentimientos sobre mis propios impulsos. Una especie de bipolaridad, los amo y detesto con todo lo humana (y no tanto) mente posible. Canalizo, libero, me arrepiento y el ciclo se renueva. 
La venganza a veces se sirve en platos calientes, y pequeñas porciones...
Esa noche de octubre mi esperanza se fugó junto con mi vida. Dirán que estoy vivo, pero soy sólo el débil recuerdo de lo que fuí. Su muerte fue también la mía.

18/9/12

This is my fucking wonderland. Objetions?

Cada uno tiene su mundo interior. Respiro, y veo oscuridad. Me tranquiliza el hecho de saber que veo las cosas como son, o a menudo mucho más drásticas, no se ocultan. Son la verdad, tan pura y tan maligna como siempre la imaginé.

Live and let the things be.

Sobrevolar tu mente y descubrir que todo lo que pensabas estaba manipulándote. Intentar un falso relajamiento que no conduce a mas que otra obsesión. Vivimos el día a día como si la vida tratara de estrategia, gana el mas hábil, sobrevive el mas apto; pero hay un abismo de diferencias entre vivir y sobrevivir y todos estos planes raramente encajan en sí en nuestro plan general, lo que nos cuadran 
son los objetivos no los procesos y nos encontramos por momentos invadidos en una nube de confusiones de la cual difícilmente podremos salir cuando nos demos cuenta que la esencia de todo logro es la ausencia de su planificación y la improvisación frente a lo que se presente.
"Si es planeado es aburrido" - Freddie Mercury.